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«Soy Mario Garoglio, golpeé a mi mujer y creo que se me fue la mano»

6 diciembre 2012 8:59 2 comentarios

Por Laura Loncopan Berti

El jueves 6 en la Conrado Centro Cultural de Neuquén, ubicada en Yrigoyen 138, a las 20, se proyectará la película “Ella se lo buscó”, dirigida por Susana Nieri y producida por Luis Rey, que se estrenó en la ciudad hace una semana. La entrada es libre y gratuita.

El largometraje documental de 65 minutos está centrado en la historia de Ivana Rosales. El 18 de abril de 2002 su esposo, Mario Garoglio, intentó ahorcarla con un alambre, la golpeó con una piedra en el rostro y en el cráneo, y la encerró en el baúl del auto. Ivana le había manifestado que quería separarse.

Mantuvieron una charla en una café, situado frente a la vieja terminal de ómnibus de la capital. De regreso a su casa, en Plottier, el hombre se desvió del camino y la atacó. Luego se entregó a la comisaría: “Soy Mario Garoglio, golpeé a mi mujer y creo que se me fue la mano”.

La Cámara Criminal Segunda –integrada por José Andrada, Emilio Castro (ambos jubilados) y Eduardo Badano (destituido en 2008)- condenó el 11 de julio de 2003 a Garoglio a cinco años de prisión por homicidio agravado en grado de tentativa. Nunca cumplió la pena, pues se dio a la fuga.

El fiscal Alfredo Velasco Copello sostuvo la existencia de circunstancias extraordinarias de atenuación. Mencionó la “actividad” que realizaba Ivana cuando era soltera (trabajó eventualmente atendiendo la caja en un cabaret en Rincón de los Sauces donde se conocieron), y una presunta infidelidad. “La sinceridad de Rosales, quien le dijo que lo iba a abandonar por otro, tiene que haber movido el ánimo de esta persona (por Garoglio), un hombre dedicado al trabajo”, aseguró en su alegato. La defensora Alicia Garayo consideró que su asistido había actuado en estado de emoción violenta y pidió la pena mínima por el delito de lesiones. Vociferó al tribunal: “juzguen como hombres”.

El fallo (aquí en pdf) destila sexismo. Especialmente el voto de Castro, recordado por la resolución del “coito interfémora”. A la hora de explicar porqué Garoglio no tuvo intención homicida (para Andrada y Badano sí la hubo, aunque se acogieron a los atenuantes), el ex magistrado ensaya una explicación que la activista feminista Ruth Zurbriggen califica como “apología del femicidio”:

“Cuando le pasó el alambre por alrededor del cuello, pudo muy fácilmente completar la acción de estrangulamiento; pudo incluso dejar el alambre atado, cerrado, de modo que, en todo caso, la acción iniciada completaría su efecto por sí. Luego pudo dejarla iniciada completaría su efecto por sí. Luego pudo dejarla tirada donde la agredió, llevarla a un basural o tirarla al río. ¿Para qué cargarla en el baúl del automóvil? (…) tenía un cuchillo de cierta importancia a mano, en el auto (…) con el cual pudo apuñarla o degollarla sin el menor problema. Y no lo hizo”.

Castro arribó a la conclusión de que frente “al fracaso de todas sus maniobras salvacionistas y pretendidamente magnánimas, para conservarla” desplegó “un acto dramático, teatral: una paliza espectacular”. Quería que sobreviviera: “porque de otro modo, ¿dónde iría su mensaje?, ¿en qué quedaba su brutal y cruel escarmiento?”

Lo que subyace a esta pretendida reprimenda es que el varón está habilitado a ejercer su derecho de propiedad sobre el cuerpo de la mujer.

Pero el retirado juez fue más allá en su afán disciplinador y estigmatizador: “Si la víctima hubiera sido adúltera, como pretende el muy poco caballeresco golpeador y su Defensa, eso habría sido algo que estaba en las probabilidades de la mujer que eligió, características por las que la eligió; de modo que ya eran iniciales, sabidas y consideradas en su decisión. Entonces no se las puede computar ahora como “circunstancias extraordinarias de atenuación”. No se trataría más que de las consecuencias de su propio acto consciente, cuando eligió”.

Hoy Garoglio está detenido. Fue condenado por el Poder Judicial rionegrino en febrero de 2012 a cuatro años de prisión por abuso sexual en perjuicio de sus dos hijas. La película está dedicada a la mayor de ellas, que se suicidó en julio pasado. El cierre alude explícitamente al hecho: “Si al escuchar pudimos comprender qué es la violencia de género entenderemos esta muerte como una consecuencia. Esto también es femicidio”.

El día del estreno de la película, durante el debate, Ivana señaló: “Vivir cinco años, sabiendo que tenes a la persona que te intentó matar prófuga, significa que no podes dejar salir a tus hijos a ningún lado sin tener en cuenta que no sabes si van a volver, porque las amenazas continúan. Sabes muy bien que no podes salir a la calle sin estar mirando por sobre tu hombro, y mucho menos podes contestar o dejar que alguien se te acerque porque no sabes quién lo mandó. Así que la libertad de alguna manera la encontré cuando él cayó preso. Aunque el cansancio para mi pequeña hija ya era muy grande”.

Una copia de la cinta acompañará la presentación iniciada del caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.